Próximas Publicaciones

Ni con el pétalo de una rosa.

Fecha prevista de publicación: Otoño 2013.

 

Fragmento.

 

Verano de 1.958


Capítulo II

―Atención señores viajeros: Tren expreso con destino Gijón, que efectuará su entrada por vía primera andén primero, tiene un retraso de quince minutos.
Isabel, acercó  las maletas todo lo que pudo al borde del andén, mientras miraba impaciente a su izquierda. Ni rastro del tren.
―Siéntate aquí corazón― le dijo a su hijo que se estaba quedando dormido. El niño se sentó sobre una de las maletas y se apoyó en su madre, de pié detrás de él. Ambos daban la espalda a lo que en unos pocos minutos quedaría atrás. Apoyó las manos en los hombros del niño y lo acarició. El reclinó la cabeza sobre su muslo, y se durmió.
Aquella mañana habían madrugado mucho. En realidad, ella apenas había dormido preparando el equipaje. Llevaba semanas esperando aquella oportunidad  y por fin ayer viernes, se habían dado todas las circunstancias favorables que necesitaba. Su marido estaría, o eso le dijo, en una convención de Telefunken en La Coruña, y no vendría hasta el lunes.
Cuando después de colgar, constató que efectivamente esa noche no dormiría en casa, sintió el impulso inmediato, de recoger sus cosas y salir de allí lo antes posible.
Desnudó al niño, lo subió a la pileta de la cocina y empezó a bañarlo, enjabonándolo bien primero y echándole con un cazo  agua templada,  de la cabeza a los pies. Hizo que su hijo se acostara bastante antes de lo normal, pero no consiguió que se durmiera hasta bien pasada la medianoche.
―¿Donde vamos mamá?
―A casa de la abuela.
―¿Y papá no viene?
―No, está muy ocupado con lo de Telefunken. Duérmete cariño, que mañana no habrá quien te levante.
―¿Vamos a ver al primo Toni? ¿Le dices que me deje dar una vuelta en bici? Todavía no sé, pero aprendo. Brrrrrmm.sshhhhhhhh..iiiiiiihhh―Dijo moviendo un invisible manillar y frenando en seco.
―Si, pero primero a Villaviciosa con la tía Inés y la abuela. Después a Sama con los tíos y primos.
―Vale, pero coge la espada, no te la vayas al olvidar. También los cromos de Di Stefano, y los tebeos.
Isabel pensó que irremediablemente muchas cosas deberían quedarse allí. Pero no se lo dijo.

Mientras Isabel y su hijo continuaban al borde del andén casi desierto, sintió el taconeo marcial de unos pasos  que se dirigían hacia ella. Instintivamente se volvió y de inmediato sintió como el nudo en el estómago se le desplazaba a la garganta. El niño se despertó, apretando fuerte su florete de hojalata.
―Buenos días señora. Documentación por favor.
Isabel, a pesar de ser ordenada y cuidadosa, buscó precipitadamente su carnet de identidad. Cuando por fin lo encontró, extendió un brazo tembloroso y empezó a sollozar.
―Tranquilícese. Es sólo una comprobación rutinaria―Dijo el cabo, mientras el otro guardia civil, permanecía una par de pasos detrás, con el fusil colgado al hombro.
Isabel recordó cuantas veces aquel mismo hombre había ido a comprar a su tienda, o a recoger las medias de punto que su mujer dejaba para arreglar. También la radio que le habían vendido hacía poco más de un año. Sin embargo, en aquellos momentos,  parecía no recordar nada. Miró la foto del carnet, le dio la vuelta y mientras se lo devolvía dijo:
―No debería irse.
―Voy a ver a mi madre y mis hermanos―Repuso Isabel mientras se secaba las lagrimas con la mano.
―Viven en Asturias ¿verdad? Pues no debería estar tan triste si solo fuera a ver a su familia. Insisto: piénselo bien y no se vaya.
―Mire, agente tengo que irme de aquí como sea. Estoy viviendo una situación insostenible y ya no aguanto más―Mientras decía esto, el niño se agarraba a su falda con una mano, mientras con la otra sujetaba firmemente su inseparable  espada. Estaba a punto de tomarle el relevo a su madre y empezar a llorar también.
―Conozco a su marido. Los conozco a los dos y creo que va hacer usted algo, de lo que quizá se arrepienta más adelante. No debería abandonar el hogar y menos llevarse al niño a escondidas y sin previo aviso.
―No sé si es legal o no. No sé ni me importa, si la Ley permite que me vaya o si encima estoy cometiendo un delito, pero creo que es de justicia, que ustedes  nos  dejen tomar ese tren.
―Pero…
Antes de que el cabo pudiera decir nada más, Isabel apretó la cabeza de su hijo contra su falda; se desabrochó las blusa y les mostró los terribles moratones que tenía en los pechos.
―¡Esto es lo que me llevo del hogar, señor guardia!
El cabo, perplejo ante lo que estaba viendo, solo acertó a decir:
―Buen  viaje señora. Que tengan  mucha suerte.

Ritmo contra tartamudez (2ª edición)

La segunda edición de Ritmo contra tartamudez, mantiene íntegra toda la primera parte, incorporando nuevos textos y propuestas. De aquí salió "La terapia" como intento de hacer llegar al público en general un mejor conocimieto de la tartamudez, desde dentro. Fecha prevista de publicación: Otono de 2.013

 

Fragmento:

 

 

Nota a la segunda edición.

Aunque se trata de una nueva edición de Ritmo contra tartamudez con cambios importantes, he querido mantener todo lo posible y en su primera versión, aquellos apartados cuyo contenido considero que sigue plenamente vigente. De este modo en algunos capítulos coexisten los antiguos textos con los añadidos.

 

He intentado hacer que este libro resulte de interés no solo para quienes padecen tartamudez, sino también para los profesionales de la rehabilitación y el público  en general.

 

Creo que es un enorme error, cualquier intento de atraer hacia el “mundo de los tartamudos” la lástima y la resignación, pilares básicos del inmovilismo. Por el contrario pretendo que  el  lector, vea la lógica con que ha sido construido cada peldaño de esta escalera, que conduce precisamente a poder salir de ese mundo: del pozo de la tartamudez.

 

 En cierta ocasión alguien me dijo que mi trabajo carecía de rigor científico, creo que ésta es mi oportunidad de intentar demostrar lo contrario. 

 

 

4.5. Otros veintitantos años después.

 

            También he mantenido invariable el contenido de este capítulo, aunque en tantos años, ha habido muchos cambios, rectificaciones y supresiones.

 

 En 1.982 ese era el estado de las artes. Cuando decidí pasar a la acción  llevaba la fuerza de voluntad, la respiración y la vocalización por bandera, aunque no sirvieran para nada. Esto simplemente, lo supe después.

 

Entre los medios con que contaba estaba todo lo que otros habían hecho por superar la tartamudez hasta ese momento, y lo que yo mismo creía que podía aportar. Para mí fue una forma de tomar partido, un ¡A la calle que ya es hora!, un dejar de esperar que otros me resolvieran el problema. A partir de ahí,  es el tiempo quien nos da la perspectiva para ver que hicimos bien y qué mal.

           

Literalmente me masacré a mi mismo con interminables ejercicios de todo tipo y mucha “fuerza de voluntad” que también supe que sirve de poco. La única manera de saber si algo te sirve o no, es  hacerlo. Equivocarte, probar, rectificar, avanzar y retroceder para volver a avanzar.   

 

Nunca intenté, ni pretendí, escribir un libro sobre la historia de la tartamudez. Por una razón eminentemente práctica: rebuscar en el pasado no servía para nada y regodearse en los errores ajenos tampoco.

 

Necesitaba otra cosa.

 

No sería yo quien escribiera el Manual de fracasos de las ruedas cuadradas, cuando todavía no teníamos la rueda redonda. Prefería adentrarme en lo que podía aportar a recrearme en lo que otros habían hecho.

 

La mayoría de los libros y artículos que leí sobre la tartamudez, puede decirse que mantienen una estructura similar: historia, tanto por ciento de afectados, descripción del problema, relación 5:1 o 4:1 entre niños y niñas, curiosidades, tranquilidad, mucha tranquilidad, tartamudos ilustres, trucos variados, resignaciones,  lamentos  y poco más.

 

No se puede seguir tratando  la tartamudez desde el punto de vista arqueológico, siempre hacia atrás y mucho menos cuando quedan tantos problemas por resolver. Es como iniciar excavaciones arqueológicas  en Haití, al día siguiente del terremoto. Es cuestión de prioridades. Por muy valiosos que fueran los restos encontrados, lo primero es aportar soluciones para los damnificados. Los humanos somos así, ahora mismo mientras se extiende el cólera en ese país, a algunos solo les importa ganar las elecciones sin escatimar en recursos para pasquines, mítines y propaganda electoral. Nadie se preocupa de descontaminar el agua y cortar la epidemia.

 

Pronto descubrí  extensísimos tratados llenos de nombres y fechas entre paréntesis. Van Riper (1968) W.Johnson (1956), Brady (1970), etc. No se usaban como citas bibliográficas, sino como una declaración de estatus y rigor científico. Una manera elegante de decir que si desconoces estos nombres y fechas, no te metas. Pero me metí.  Me sigue dando igual desconocer nombres,  fechas y tantos por ciento. Tampoco me importa no tener la clave de acceso a círculos cada vez más cerrados y resignados, donde se potencian y fomentan, las diferencias entre “nosotros” y “ellos”,  los fluidos.

 

Tuve ocasión de leer un auténtico “ladrillo”, sobre las diferencias entre tartamudear y ser tartamudo. Un verdadero derroche de energía y tinta. Para nada.

 

Es mucho más importante (y práctico) vencer a tu enemigo, que contar las bajas que te ha infligido. Quiero decir con esto que considero mucho más relevante tratar de avanzar, que hacer un estudio pormenorizado de elementos del pasado que no aportan nada. Como la tela de la túnica de Demóstenes, o un análisis de la composición química de las piedrecitas que supuestamente utilizaba. 

 

Es extraño que  todavía no se haya organizado una expedición a Grecia, en busca de las piedrecitas de Demóstenes. Verdaderas reliquias de incalculable valor, para después venderlas en alguna subasta por unos cuantos millones de euros.

 

En los veintitantos años transcurridos desde que escribí este capítulo, es evidente que pasaron muchas cosas. Podría añadir  varios elementos importantes que en su día omití. De ellos el último, supuso un cambio fundamental en la concepción de la tartamudez como problema y su rehabilitación.


 

 

 

 

 

Quijotadas para una crisis

 

 

 

 

Recopilación de viñetas alusivas a la situación económica y el Convenio R.A. Fecha de publicación todavía sin determinar. Incluye viñetas del Quijote, Gila, Españita, Convenio, el tiburón Squalo, asi como la entrevistadora y otros personajes.